En estos días estuve leyendo los trabajos prácticos que mis alumnos armaron acerca de "El Método", una película de Marcelo Piñeiro basada en la obra aún en cartel en Buenos Aires, "El Método Gronholm", de Jordi Galceran.
Ése es el cine. Suspenso y diálogos de los buenos.
Con Pablo Echarri, Ernesto Alterio y Eduardo Noriega entre otros jóvenes actores, esta co-producción argentino-española narra la jornada final de un extraño proceso de selección de personal gerencial para una multinacional.
Desde el año pasado la incorporé al programa de la materia "Teoría de la Organización" para ejemplificar un proceso de selección hipercompetitivo y generar el debate sobre temas de comportamiento organizacional como el rol de la mujer, los valores en el trabajo o los límites entre la vida personal y la laboral.
Los candidatos finalistas --todos altamente capacitados y con habilidades para la conducción-- se sacan los ojos en una lucha despiadada por obtener el puesto, en el contexto propuesto por la empresa que incluye espías, trampas, casos de simulación y la eliminación de candidatos por votación de sus contrincantes.
Ésa es la selección de personal.
El blog al que hago mención en el título no es éste sino uno que sigo habitualmente y que ¡oh, casualidad! en estos días sacó un artículo acerca de esta misma película, como para darme una perspectiva más madura que las las 30 que acabo de leer. Manuel Sdbar, en su blog de management y negocios en Clarín, relata no sólo su impresión acerca de esta búsqueda --no tan extraña después de todo en comparación con otras que ha visto--, sino la propuesta alternativa a estos procesos degradantes y despiadados: saber escuchar.
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