Hace ya casi cinco años que vivo en Bariloche, en el corazón de la Patagonia Argentina. Me gusta la combinación de ciudad y tranquilidad, claro que viajando bastante seguido a Buenos Aires, para respirar un poco de smog y civilización. ;)
Pero debo confesar que desde que nos mudamos, no había hecho el viaje en auto, gracias a LAN y Via Bariloche. Así que volví al volante y la larga ruta, con las expectativas de hace cinco años: una ruta poceada, polvorienta y bastante desierta --lo cual es razonable tratándose en gran parte de la ruta del desierto.
Me encontré en cambio con varias sorpresas que quisiera compartir para viajeros o simples curiosos.
- El camino de los dinosaurios. Después de la belleza de el Valle Encantado y el recorrido por las aguas desbordantes del Limay (habrá electricidad este verano, al menos desde Alicura y El Chocón), llegamos al territorio del petróleo y los extintos dinosaurios. En El Chocón puede visitarse el museo que alberga al carnívoro más grande del mundo --no es el T-Rex, sino el Giganotosaurus Carolini, nombrado en honor de su descubridor local--, y donde en ese momento los expertos preparaban una réplica del esqueleto. Mientras pegaban unos dientes grandes y filosos como cuchillos, nos explicaron que el gigantesco cuerpo ya estaba embalado y listo ...para exportar a Alemania.
- Neuquén. Llegamos luego a la gran ciudad del sur. Neuquén ha crecido y se ha urbanizado con obras como la nueva terminal, nuevos hoteles, y una sede del Museo Nacional de Bellas Artes, que en esta ocasión exhibía una muestra de cubismo que ya dio la vuelta al mundo. Para los amantes de la cultura, también la ciudad es sede de la orquesta sinfónica más austral, que dirige nuestro amigo Andrés Tolcachir, que Danila mencionó hace algunas entradas. (ver Facebook, reinvindicado)
- Parada nocturna en A puro campo, un hotel estancia a unos kilómetros de General Acha, la Pampa, un lugar sencillo y tranquilo con pileta, caballos, y un asado esperando al final del largo viaje. Un emprendimiento en pleno desierto pampeano, que ya piensa en duplicar sus diez habitaciones.
- Wi-fi en casi todos lados! En la estancia, por ejemplo, no había casi señal de celular, pero sí wi-fi con el que fuimos varios los que trabajamos, socializamos o bajamos fotos a la luz de la luna. Mi sorpresa merecería una entrada titulada Wi-fi patagónico, la idea es la misma que la que escribí a principio de año en Wi-fi desde la Puna.
- Y en la mayoría de las estaciones de servicio de la ruta, wi-fi abierto y gratuito para parroquianos y turistas, que se agolpaban trabajando mientras tomaban un café, al estilo de mi vieja entrada Negocios en el café, sólo que el centro de la actividad eran vacas, campos, o alfalfa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario