por landi
En una de mis primeras entradas a este blog, hace ya bastante, me sorprendía de la hipercivilización norteamericana, cuando hasta en pueblitos de playa perdidos podía conectarme al wi-fi.
Desde hace unos días recorro el noroeste argentino con mi laptop a cuestas y me sorprendo una vez más, cuando en localidades remotas como Cachi, Salta, un pueblo al que se llega después de un par de horas de ripio o Purmamarca, Jujuy, desde donde escribo hoy, es posible acceder a conexiones de Internet inalámbricas que me permiten seguir trabajando de a ratos desde una casona del siglo XVIII en un pueblo polvoriento o desde un hotel con vista al Cerro de los siete colores, en plena Puna norteña.
Sin dudas cambia mi forma de vivir y trabajar. Pero me pregunto al ver a los chiquitos, yendo a pie por los caminos hacia su escuela rural, ¿Cuánto va a a cambiar sus vidas?
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