por landi
Llegamos a Nueva Orleans unos días antes del comienzo oficial de la temporada del carnaval. La ciudad, una de las más antiguas de Estados Unidos, es famosa por el jazz, por su cultura creole (criolla) en la que se fusionan lo francés, lo español, lo africano, lo aborigen y lo norteamericano; por ser la capital de la Louisina, que en 1803 los Estados Unidos le compraron a los franceses en 15 millones de dólares (una fortuna de aquella época que duplicó la superficie que por entonces tenía el reciente país del norte); y por su carnaval o Mardi Gras que se celebra a lo largo de la Bourbon Street con collares de cuentas de colores que se intercambian por besos y exhibiciones no aptas para menores.
Pero la fama más reciente y global no es histórica ni cultural, sino un efecto más del huracán Katrina que en 2005 devastó la ciudad...y que es resultado del exceso de emprendimientos del ser humano!
¿Cómo? ¿Un huracán producto del ser humano? ¿Querrás decir el calentamiento global, el efecto invernadero y esas cuestiones indirectas...?
No, no...Cuando desde mi tranquilo rincón de Bariloche cuando escucho a los ecologistas quejarse de la intervención del hombre en la naturaleza, soy de las que miro con escepticismo. Pero acá lo ví cuando ya pasó y no cuando podría pasar. A más de un año del impacto, vi las casas apiladas, los carteles volados, los montones de basura, edificios de varios pisos desplazados de su sitio, barrios enteros tragados por el agua. Murieron cerca de 2.000 personas a pesar de una evacuación masiva y el daño está calculado en varios miles de millones de dólares. A pesar de la reconstrucción que ya dejó el centro y el antiguo barrio francés nuevamente transitables al turismo, la población se redujo a la mitad.
¿Cómo pasó? La ciudad de New Orleans fue fundada en 1699 por los franceses en el delta del río Mississipi, sobre la única ribera en kilómetros a la redonda donde la tierra está un poco por encima del nivel del mar, que está muy cerquita ya que el Mississipi desemboca en el Golfo de Mexico. Todo lo que no era agua por allí --el río, el mar y un gran lago-- eran pantanos en los que el agua y el bosque se funden en un paisaje muy especial. Cuando la ciudad fue creciendo, los emprendedores secaron kilómetros cuadrados de pantanos que se convirtieron en los barrios periféricos de la antigua ciudad. Ahí se construyeron miles de casitas, y tiendas y condominios, a la manera americana, sobre tierras que estaban bajo el nivel del mar. Previendo el riesgo de inundaciones, los emprendedores construyeron también murallones de hormigón rodeando la ciudad, con gruesas compuertas de hierro para cerrar cuando el agua amenazara.
Mientras tanto, otros emprendedores que hicieron de la ciudad un fuerte puerto comercial crearon canales profundos que simplicaban el traslado de barcos entre el mar y el río, atravesando en línea recta los pantanos y los curvosos riachos o bayous.
Tanto emprendimiento acumulado, dejó al río acanalado, rodeado de defensas contra la inundación y luego, sin posibilidades de depositar los sedimentos que durante siglos crearon la tierra firme entre los pantanos. Así, la superficie del delta se reduce cada vez más, aniquilando no sólo la naturaleza que vive allí, sino dejando el camino libre para los enormes huracanes que en verano se originan en el mar y que solían descargarse entre pantanos despoblados que ya no están.
Cuando en agosto de 2005 Katrina llegó, medía más de 300 km de diámetro al tocar tierra, muy cerca de la ciudad. Los vientos golpearon con tanta fuerza que no sólo volaron autos y casitas de madera, sino que las barreras de hormigón se rompieron, y el agua, empujada por el viento, se movió en línea recta por los canales creados por el hombre, hacia el corazón de la ciudad, dejando inundado por semanas el 80% de la ciudad.
Mientras los emprendedores reconstruyen Nueva Orleans, el debate continúa en voz baja: ¿es el Estado que dejó que esto pase? ¿son los desarrolladores inmobiliarios que desarrollan donde no deberían? ¿es la gente que debría dar por perdido todo y mudarse a otra ciudad? ¿son las compañías de seguros las que deben pagar? ¿quién paga la pérdida del turismo, que casi dos años después no llega al 20% de lo que era antes de Katrina?
Nunca fui ecologista, pero estoy empezando a pensarlo...
3 comentarios:
Es interesante analizar cómo, al alterar el medio ambiente, las urbanizaciones pueden producir desequilibrios ecológicos graves.
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que huracanes ha habido siempre.
En el Hemisferio occidental, el primero del cual hay un registro escrito es el que afectó a la Isla Hispaniola en 1495, documentado por Colón.
Desde que hay servicios meteorológicos regulares, se han registrado numerosos huracanes en Estados Unidos.
Katrina no fue el mayor. Fue el tercero y causó 1.256 muertes.
El huracán más devastador ocurrió hace 107 años en Galveston, Texas, y mató a casi 12.000 personas.
En 1928, otro huracán azotó Palm Beach, en Florida, y dejó 1.836 víctimas.
Tenía una impresión similar al llegar, por eso me puse a investigar. La relación causa-consecuencia es compleja, y a veces exagerada por los ecologistas extremos. Pero la evidencia in situ y varias conversaciones con expertos me convencieron. Muchos problemas ecológicos (y sus consecuencias económicas y sociales) son previsibles. Hoy leía que las playas de San Martín de los Andes están cerradas al público en plena temporada de turismo porque los sitemas cloacales colapsan (justamente por no estar preparados para la cantidad de turistas que visitan la ciudad) No se podía prever?
soy un turista y quisiera saber en que fecha es el carnaval de new orleans
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