En los ámbitos empresariales suele hablarse mucho de responsabilidad social, y hacerse relativamente poco, en pos de maximizar utilidades; allí, los esfuerzos de las organizaciones sociales suelen verse como buenas intenciones, por lo general poco eficientes y demasiado soñadoras.
En los ámbitos sociales, suele verse el otro lado del espejo: muchas ideas y propuestas para mejorar el mundo, mucha demanda de responsabilidad social, pero aparentemente frenada por la falta de recursos; las empresas aparecen de este lado como monstruos codiciosos interesados sólo por el dinero.
"Sin ánimo de lucro es caridad, no negocio (...) De lo que yo hablo ahora es de empresas que tienen que recuperar sus costos: no pueden perder dinero. Si una organización pierde dinero sistemáticamente, no es una empresa. Cuando yo hablo de empresas sociales, quiero decir empresas: recuperan sus costos."En algún lugar en el medio, entre la eficiencia a toda costa y los sueños poco realistas, están las empresas sociales, que ganan lo suficiente para sobrevivir, crecer y hasta obtener ganancias, pero satisfacen necesidades reales que mejoran la vida de la gente. Una de estas empresas sociales es el Grameen Bank o Banco de los pobres, que otorga microcréditos para permitir la inserción laboral de muchas personas en el mundo. Muhammad Yunus, premio Nobel por su iniciativa, plantea en esta nota reciente en iEco, el desafío de estas empresas sociales, y la posibilidad de crear un nuevo mercado para ellas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario