sábado, diciembre 23, 2006

Leyes que corrompen

por danila

La semana pasada, un amigo que está por emprender un negocio se presentó en el organismo regulador de su ciudad. Llevaba anotadas varias dudas, entre ellas, si una determinada actividad podía o no ser llevada a cabo en forma independiente como trabajador autónomo o si requería ser comercializada por un agente. Después de unos 10 minutos de intentar aclarar el marco legal, y con la exasperación de la paciencia llevada al extremo, mi amigo le pregunta a la empleada de turno:

--Pero entonces, ¿se puede?

Lo que sigue es el diálogo del absurdo:

--Si te para el inspector, no digas que son clientes, decí que son tus amigos..
--¿Entonces está diciendo que no se puede? Porque yo leo la ley y en ningún lado lo prohíbe, y si nada lo prohíbe está permitido, ¿no?
--Bueno, si lo hacés no pasa nada. Mientras no sea algo regular...Todos lo hacen, ya sabés...
--¡No, no! Yo lo que le estoy preguntando si se puede hacer. ¿Se puede o no se puede? Yo quiero que me pare el inspector y tener todo en regla.
--¿Pero qué? ¿No estás trabajando igual ahora?
--¡No! Estoy tratando de planificar para ver qué puedo hacer y qué no sin violar ninguna reglamentación...¿Tan complicado es que ustedes que son el organismo de aplicación me lo aclaren?
--Es que son tantas las leyes, ordenanzas y cosas que resulta muy complicado... "

Hace poco entrevisté a un empresario local que lleva adelante una cadena de maxikioscos. Me contaba que era tan complejo, cambiante y contradictorio el marco regulatorio, que le ha pasado de recibir dos inspectores en un mismo día que le dieran instrucciones diametralmente opuestas. El pobre estaba hastiado y me confesó que manejar su negocio "ya no es felicidad como era antes."

Charlando con landi sobre este tema, ella recordó algo que leyó en el libro "La fortuna en la base de la pirámide" del reconocido profesor de origen indio C.K. Prahalad. El autor analiza las oportunidades de negocio y responsabilidad social que yacen en la población de los países subdesarrollados, y plantea que la base de la corrupción que azota a estos países no es la falta de reglas, sino el exceso de ellas.

Cuando las reglas resultan contradictorias, incomprensibles e impracticables se crea el terreno fértil para la corrupción entre los que se animan a hacer, y para la inacción y la pobreza para quienes tratan de mantenerse dentro de la ley.

jueves, diciembre 21, 2006

Negocios en camisón

por danila

Pertenezco a la clase económica activa; no soy desempleada; no soy ama de casa; me levanto a la mañana y no tengo la obligación de bañarme, vestirme, maquillarme, tomar de parada un café con leche (quemándome la lengua) y salir a pelearme contra todos en la jungla urbana... ¿Quién soy?

¿Adivinaste? Soy trabajadora desde el hogar. En un cuarto de mi casa tengo montada una oficina con escritorios, un modular muy coqueto de Archivos Activos, laptop, conexión de banda ancha, una HP multifunción de esas que por poco no te sacan un huevo frito, un teléfono inalámbrico con identificación de llamadas, una web cam, Skype, Google, Messenger, Wikipedia y otros íntimos amigos de la web sin los cuales hoy no sabría qué hacer.

Ayer, investigando para un libro que estoy escribiendo con landi para publicar en marzo 07 (chan!), me topé con un dato que me sorprendió: 32 millones de norteamericanos trabajan desde sus casas... ¡wow! ¡Estamos hablando de 10% de la población total!

Todos hemos escuchado historias de sueños américanos hechos en casa. Que Steve Jobs armó sus primeras maquinitas en el garage de su casa mientras escuchaba Los Beatles (en homenaje a ellos eligió el nombre "Apple", la discográfica de los melenudos, sólo para afrontar un juicio millonario décadas más tarde). Que también Ford, Mary Kay y Hewlett Packard arrancaron en un contexto doméstico. Y ni que hablar de la controvertida Martha Stewart que no sólo trabajó de su casa ¡sino que hizo de su casa un negocio!

Pero la tendencia es creciente. Motorizados sin duda por los avances y el abaratamiento en la tecnología de comunicaciones, son cada vez más los que abrazan las ventajas de quedarse en casa. También influyó la ola de tercerización en las empresas (todo lo que no es negocio central... ¡afuera!) y un bichito que ha picado a hombres y mujeres por igual que hace que valoren más el tiempo en familia.

El tema es vasto pero debo dejarlo ahí porque son las 10.14 am tengo mucho que escribir y varios llamados por hacer, pero como no tengo reuniones afuera sigo en camisón y ya es hora de cambiarme (aunque sea para ponerme en rol).

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails