
Despues de caminar las calles de Pompeya, preservadas casi como 2000 años atrás gracias a que permanecieron cubiertas por las cenizas del Vesuvio, me doy cuenta de que el consumo de lujo no es ninguna novedad. Las grandes casas de los adinerados romanos tenían desde sauna y piscina, hasta salas para exhibir obras de arte, fuentes y todo tipo de ornamentos.
Y las ganas de mostrar el estatus persisten intactas. Ayer entramos en Selfridges, la tienda de departamentos de lujo de Londres. Por vicio profesional, Cristian estuvo averiguando cuánto salía el iPhone y qué servicios incluía. Nos estábamos yendo cuando un brillo inundó nuestras retinas. Era la ultra delgada Macbook Air, totalmente revestida con cristales de Swarovski bañados en oro de 24 kilates. Es una edición limitadísima. Solo hay 20 en todo el mundo. ¿El precio? US$ 40.000...