jueves, marzo 01, 2007

Venezuela 1: los negocios son los negocios

por danila

Ya habíamos pasado nuestra semanita en Caracas y estábamos camino a Maiquetía en la madrugada del viernes para tomarnos el avión a Los Roques. Para Cristian fue la primera visita; para mí, un reencuentro con una ciudad querida luego de 20 años de ausencia. Habían vuelto muchos recuerdos de mi infancia con los "friítos" de las mañanas y el calor seco de las tardes, con los sabores y olores de las arepas, las cachapas, el pan de jamón y los tequeños, y con la conjunción visual de cemento y cerros.

Caracas refugió dos veces a mi familia. Primero a mis abuelos cuando huyeron de Franco (mi madre nació ahí) y décadas más tarde a mis padres, a mi hermano y a mi cuando huímos de Videla. Paradojicamente, no son pocos los que ahora huyen de Chávez.

El taxi que nos conducía al aeropuerto pertenecía a una empresa de radiotaxis montada por uno de los 20.000 empleados de PDVSA que fueron despedidos luego de la gran huelga de 2003. Me acordé de que el día anterior, en uno de los tantos shoppings de Caracas, habíamos visto en una vidriera unas riñoneras deportivas ("koalas", como le dicen los venezolanos) que según nos contaron también eran producidas por un ex-empleado de la petrolera vuelto emprendedor. Dos antichavistas que se quedaron en su país y se las arreglaron para convivir con el desacuerdo político.

Es que casi todo antichavista viviendo en Venezuela hoy tiene un "Plan B" consistente en irse del país. Meditaba mientras transitaba los caminos sinuosos enmarcados por las luces de los cerros sobre cómo sería llevar adelante una actividad económica en un contexto político como el de la Venezuela actual. Chávez no es ni Franco ni Videla, no hay en Venezuela ni una guerra civil ni una "guerra sucia", y algunas de las políticas que hoy horrorizan a las clases acomodadas fueron adoptadas otrora por partidos políticos de signo opuesto (PDVSA ya fue estatizada antes por Carlos Andrés Pérez). Sin embargo, la libertad de expresión y las instituciones están amenazadas, y el miedo de una caudalosa minoría es que se esté yendo por la senda del Castrismo cubano.

¿Qué hacer si uno es un empresario en ese contexto? ¿Irse o quedarse? ¿Silbar bajito y mantenerse lo más alejado posible de la política o asociarse la liquidez de un estado pudiente y gastador? Días más tarde, mientras almorzaba cachicato a la plancha en un rancho playero de Cayo Pirata, conocí a un ingeniero antichavista muy simpático y elocuente que resultó ser otro exiliado del Franqusimo en Venezuela. Nacido en La Coruña, llegó a Maracaibo de niño junto con su familia. Trabajó para PDVSA muchos años pero renunció a fin de los ochenta para emprender un proyecto independiente de provisión de insumos no estratégicos a la industria petrolera. Intuí que, a pesar de su disidencia política, en lo económico le tendría que estar yendo muy bien con la PDVSA de Chávez. Lo confirmé cuando le pregunté cómo había evolucionado su negocio después de Chávez y me dijo "yo me puse debajo del chorro."

En el taxi todavía no había conocido al ingeniero pero pensaba en que el comportamiento en los negocios tiene un código propio. Se me vino a la mente la sorpresa de mi ahijada cuando escuchó cómo yo había conducido una negociación en la cual había inventado un oferente inexistente. Me dijo: "¿mentiste?". Me dejó helada. La respuesta era "sí". Repasé entonces las tácticas de negociación que había aprendido en la facultad y corroboré que se trataba de una serie de viles mentiras!

La cuestión es que son varios en Venezuela los que tienen "bozal de arepa" y a pesar de sus pensamientos diametralmente opuestos en materia política gozan de la bonanza. En 2006 se vendieron 343.351 autos 0km según informó la Cámara Automotriz de Venezuela. Los Mercedes Benz directamente se agotaron. Es que "hay mucho dinero en la calle."

El que confirma de una vez por todas que las convicciones políticas en nada interfieren con los negocios es el propio Chávez. En una conversación en La Candelaria con amigos chavistas pregunté si no resultaba difícil mantener una relacion tan tirante con Estados Unidos siendo que es el mejor cliente de Venezuela. La respuesta fue contundente: "Eso siempre ha sido asi y lo seguirá siendo. La politica es la politica y los negocios son los negocios".

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