martes, junio 12, 2007

Del fuego a la nieve: no sólo hay que motivar, también hay que planificar


por landi

Del fuego y los fuegos de la motivación pasamos a la helada presencia de la nieve. Vivo en Bariloche desde hace más de tres años y, como no es novedad para los esquiadores y amantes de los paisajes patagónicos, para esta época suele nevar. En la foto a la derecha, mi casa bajo la nieve.

Sin embargo, todos los años desde que estoy por aquí, da la sensación de que la nieve sorprende. Y no me refiero a la sorpresa de la belleza de los copos cayendo como plumitas y transformando el paisaje. Sino a que parece que para las organizaciones resultara una sorpresa imposible de prever: se corta la luz, el transporte se complica, las máquinas barredoras no están preparadas a tiempo, universidades y escuelas se debaten entre dar clases u ofrecer la mínima seguridad a los que debe llegar hasta sus edificios...hasta el acceso y estacionamiento en el centro de esquí, que vive de la nieve, se vuelve azaroso. Nadie sabe muy bien qué hacer y la vida cotidiana se vuelve un caos.

Es cierto que es una variable no controlable: sabemos poco acerca de qué día exacto y cuánta nieve caerá en cada invierno. Pero podemos estar preparados porque sabemos que en algún momento estará y conocemos sus consecuencias. Planes, políticas, decisiones tomadas con anticipación, en calma y cuando todavía falta para que nieve, nos permitirían estar preparados para cuando, como todos los años, llegue el manto blanco a la ciudad.

Por más que las organizaciones trabajen sin descanso y con todo el fuego de la motivación cuando ya los problemas están enfrente, hace falta también pensar en frío y planificar con tiempo. Para que cuando la nieve llegue podamos seguir con nuestras vidas y salir a jugar.

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