viernes, marzo 30, 2007

Venezuela 3: Emprender en una isla

por danila

A mi la playa me gusta sin hoteles 5 estrellas. Los Roques, un archipiélago en el caribe venezolano, tiene el encanto rústico que me atrae. El Gran Roque es la isla más grande del conjunto; a lo largo de sus 1.7 km hay 64 posadas, algunos comercios, una cancha de baseball, un faro abandonado y una pista de aterrizaje. Es una mezcla entre La Polinesia y el barrio porteño de La Boca.

Nos quedamos en una posada llamada Piano y Papaya. La papaya la tomamos exprimida con el desayuno. Pregunté por el piano y me dijeron que tuvo que regresar a Caracas luego de dos intentos fallidos de sobrevivir en la isla: primero fue humedecido por el moho y luego corroído por la sal.

Es que son duras las condiciones en la isla. ¿Cómo será tener un pequeño negocio ahí, en ese entorno tan limitado, sencillo y hostil a la vez?

Entrevisté a uno de los emprendedores de la isla, Pedro, el dueño de la pizzería La Chuchera que está ubicada en la Plaza Bolivar. Durante la crisis económica de 1998, la aerolínea Aereotuy estuvo a punto de quebrar. Comenzó por desprenderse de todos los negocios periféricos. La Chuchera era uno de ellos y Pedro, que trabajaba para Aereotuy como guía turista y encargado de la pizzería, compró el fondo de comercio con sus ahorros.

Para convencer a los dueños, Pedro escribió el primer email de su vida. En el Subject puso: "Razones por las cuales debo hacerme cargo de La Chuchera". A pesar de que había varios candidatos --algunos con más experiencia y capital--, la pasión y el compromiso de Pedro fueron más. Primero se hizo del fondo de comercio y luego negoció que le transfirieran la licencia de expendio de bebidas alcohólicas en reemplazo de la indeminzación que le correspondía según las leyes laborales venezolanas.

Son ocho en total las licencias para la venta de alcohol en Los Roques (una de ellas la tiene Aquarena donde Cris y yo nos bajamos exquisitas caipirinhas de parchita... mmm). Un dato curioso: en Los Roques todos los bares están a cargo de mujeres. De hecho, la primera licencia para la venta de alcohol se la otorgaron a una tal Rosa en los años '60.

El gran tema para cualquier emprendedor en Los Roques es el manejo de stock. Ya el primer día me lo dijo el panadero que está a la vuelta de Piano y Papaya: llega un barco por semana con provisiones. Cuando le pregunté a Pedro cómo se arreglaba con los inventarios, me enteré de que su espíritu de emprendedor isleño venía de herencia. Su padre tenía almacén en la isla Margarita, donde nació. Ahí tuvo que arreglárselas cuando ya no recibía aceite de oliva durante el racionamiento en la guerra civil española. En agosto de 2004, antes del plebiscito para ver si Chávez se iba o se quedaba, Pedro hizo un pedido extra grande. Resultado: cuando la semana después del plebiscito falló el barco de las provisiones, ¡terminó dando de comer a toda la isla!

Hay tres tipos de emprendedores en Los Roques según Pedro: los lugareños, los extranjeros retirados y los que casualmente llegaron a los Roques, se enamoraron del lugar, y se hicieron de abajo sin ninguna de las ventajas de los primeros dos grupos (apoyo estatal o dinero). El se ubica en esta tercera categoría, junto con Oscar, quien yo sospecho debe tener el negocio mas rentable de la isla. Oscar posee el monopolio de las lanchas-taxi que trasladan a los turistas a las islitas y cayos del archipiélago todos los días. Se pueden contratar en forma directa en su puestito o a través de las posadas (a las que Oscar brinda crédito). Oscar es socio también del restaurante de la isla Fransisquí, donde comimos langosta preparada por Julio César, un joven chef recientemente llegado a Los Roques que se entrenó con quien hoy es cocinero en jefe en la municipalidad de Barquicimeto.

Pedro tuvo la primera conexión de Internet en la isla. Sale 100 dólares por mes. Al principio, cuando nadie salvo él quería pagar por el servicio, navegaba a 2.3gb. De a poco fue sumando adeptos (y restando banda) y ahora hasta hay un ciber-locutorio con 7 computadoras conectadas. Yo no usé ninguna durante mi estadía. Al fin y al cabo, ¿para que va uno a una isla si no es para aislarse?

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